Cómo trabaja una redacción con los cables de Wikileaks

“Yo leí los cables”. Así empieza el post de Mirentxu Mariño (@mirenm), periodista de 20minutos.es, en el que cuenta cómo fue/es el paso a paso de la lectura de los telegramas filtrados por WikiLeaks.

Este es un extracto interesante, pero recomiendo leer el post completo (sobre todo teniendo en cuenta que 20minutos no fue uno de los medios elegidos por WikiLeaks):

 

En la redacción (que acoge a 20 minutos y 20minutos.es) nadie sabía nada. Tras la reunión mencionada, el equipo de soporte comenzó a preparar una sala a la que solo podría pasar gente autorizada. Era, con cariño, el ‘mini bunker’. Nosotros somos los que somos y no tenemos infraestructuras colosales, pero el protocolo sí podemos cumplirlo. Para entrar había dos llaves; en el interior, varios ordenadores con red independiente de la del resto de trabajadores. También una caja fuerte. La rutina era la siguiente: pedir la llave, entrar, cerrar; abrir la caja fuerte, sacar el material necesario; teclear la contraseña del sistema y empezar. La base de datos también tenía contraseña. La habitación no tenía teléfono, los ordenadores no admitían conexión a Internet -se nos habilitó una forma alternativa para poder navegar- ni un triste CD de música. Mi escritorio virtual mostraba apenas media decena de iconos; con lo que yo soy.

Nada podía salir de allí ni imprimirse. Todo lo utilizado, como cuadernos, documentación adicional, etc., debía quedar guardado en la caja. Otra contraseña más. Se hacía complicado a veces retener tantas combinaciones de cifras y letras en la cabeza, sobre todo porque iban cambiando según pasaban los días. Durante las dos primeras semanas de trabajo, además, no podíamos contarle a nadie qué estábamos haciendo cuatro personas encerradas en el habitáculo ni por qué nos habían semi apartado de nuestras funciones. Era divertido escuchar las teorías de los compañeros. Lo mejor de todo, sin embargo, era que todos lo llamaban, al ser secreto e inconfesable, “Wikileaks”. Se lo llegaron a preguntar a Arsenio en una de las reuniones de contenidos: “¿Nos vais a contar ya de qué va eso de Wikileaks?”; él pensó que alguien se había ido de la lengua. Pero no.

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